domingo, 31 de enero de 2010

Capitulos 1,4 y 8 de Sweezy

El método de Marx

El objectivo de estas discusiones es lo de investigar los principales elementos de la actitud de Marx ante la economía política.

El uso de la abstracción

La metodología económica de Marx era una resuelta partidaria del método abstracto deductivo, caracteristico de los clásicos y neoclásicos. Además Marx utilizaba el método de las aproximaciones sucesivas, que consiste en investigar de lo más abstacto a lo más concreto, eliminando suposiciones en las etapas sucesivas. De esta forma la teoría puede explicar esferas de fenomenos reales cada vez más vastas.
Sin embargo, hay diferencias entre Marx y los representantes de la tradición clásica y neoclásica en lo que concerne la manera de aplicar el principio de la absracción. De hecho debemos decidir de qué hacer abstacción y de qué no hacerla, entonces siguen dos preguntas: en primer lugar qué problema se examina, y en segundo lugar, cuáles son los elementos esenciales del problema.
Los economistas no han estado de acuerdo ya sobre la primera pregunta, porque los problemas que se han planteado para su estudios han estado muy diferentes. No hay dos problemas que puedan ser considerados idénticos, por consiguente no hay dos investigadores que usen la arma de la abstracción exactamente en la misma manera y cada uno puede tener razón desde el punto de vista del problema que está estudiando.
El objectivo de Marx es de poner al desnudo la ley económica del movimento de la sociedad moderna y, como decía Hegel en su Filosofía de la Historia, la tarea específica de la abstracción es la de poner de relieve lo esencial y hacer posible su análisis. La metodología puede plantear cuestiones, pero no puede dar respuestas. De hecho el proceso de entendimiento científico consiste en el formular hipotesis que puedan acercarse al esencial, profundizar en estas hipótesis y comprobar las conclusiones con datos de la experiencia. Entonces, para comprender la obra de un hombre de ciencia tenemos que individuar su hipótesis clave, de dónde vienen y cómo desarrolla su implicaciones.
Por lo que concerne Marx, como estudiante universitario, se concentró en la ciencia del derecho y de la filosofía, con el objectivo de la carrera académica. Su actitud hacia la economía política se formó mucho antes de que decidiera concentrarse únicamente en los estudios económicos.
Del prefacio a la Crítica de la economía política se comprende que la principal preocupación de Marx era la sociedad en su conjunto, y sobretodo el proceso de cambio social. Pues la Economía Política es, para él, la “anatomía de la sociedad” y por consiguiente intentaba subrayar la interrelación de los factores económicos y no económicos en el ámbito de la existencia social.
Marx identificó la razón del cambio social en los movimentos del modo de producción, y se dedicó entonces al estudio de la Economía Política como la ley que rige los cambios en el modo de producción.
Para reconocer los aspectos esenciales del problema, Marx conservó unos elementos heredados del pensamiento de Hegel que hacían énfasis en el desarrollo a través del conflicto entre fuerzas opuestas o contradictorias, y llamó esos conflictos historicos decisivos conflictos de clase.
De aquí sigue que los elementos esenciales que deben ser analizados por el método de la abstracción son las relaciones económicas que están debajo y que toman la forma de conflictos de clase. Sin embargo, también esta hipótesis puede ser interpretada de maneras diferentes: los clásicos, de hecho, estaban interesados en el mismo tema, pero el antagonismo social era, para Ricardo, el conflicto entre capitalistas industriales y terratenientes, con la consecuencia que el acento principal estaba en la cuestión de la tierra y de la renta.
En cambio, por Marx la fuerza que domina la sociedad burguesa es el capital, y la relación económica principal es la que hay entre capitalistas y obreros, es lo que determina el carácter del modo de producción. La relación entre burguesía y proletariado es el centro de la investigación y el punto de donde empezar a utilizar el poder de abstracción.
Para hacerlo, primero todas las relaciones sociales diferentes de la que existe entre capital y trabajo tienen que ser alejadas, para reintroducirlas sólo al final del análisis.
En segundo lugar, la relación capital-trabajo misma tiene que ser simplificada en su partes más importantes, y en el caso de Marx, las formas más importantes de la relación capital-trabajo en la sociedad capitalista moderna, son las que atañen a la producción de tipo industrial.
La índole de la relación capital-trabajo es, en primer lugar, una relación de cambio (el capitalista compra trabajo al obrero y el obrero recibe dinero para vivir) que, como fénomeno general representa el punto de partida de la Economía Política de Marx.
En el Capital, se lee que es mercancía todo lo que se destina al cambio, más bien que al uso directo, el análisis de las mercancías incluye el análisis de la relación de cambio y del valor de cambio.
Analizando las mercancías, Marx empieza la tarea de la abstracción, que no es nunca alejarse del mundo real, sino aislar ciertos aspectos del mundo real para investigar más intensivamente.
Por consiguiente el capitulo I de El Capital tiene un carácter ilustrativo o histórico y los resultados aquí obtenidos tienen un carácter provisional, porque sufren una modificación más o menos grande en un nivel de abstacción inferior, entonces las leyes enunciadas en este capitulo no son predicciones directas del futuro. El propósito que interesa los capitulos II y III en cambio, es lo de tomar en cuenta factores omitidos en el capitulo I, y llevar el análisis a niveles de abstacción más bajos. Al mismo tiempo los volúmenes II y III contienen menos material factual que el volumen III.
Hasta ahora hemos discutido el uso de la abstracción por Marx, abordamos ahora casos particulares.
Como la mayoría de las críticas hechas a la Economía Política de Marx no tienen en cuenta las suposiciones con que trabaja, tenemos que probar que las suposiciones que dan lugar a la crítica tengan debida consideración del problema que se estudia, eliminen lo que no es esencial al problema, y que no eliminen lo que es esencial.
Estos principios son los que permiten de probar la pertinencia y validez de una parte considerable de la crítica a Marx.

Capítulo 8 – Sweezy
En este capítulo el autor nos habla de las crisis, del cómo y el porqué nacen tomando como referencia (al igual que en el resto de su obra) el análisis que hicieron de este fenómeno tanto Marx como los autores marxistas posteriores.
Marx habla de las crisis en el manifiesto como de algo que se repite periódicamente y que ponen a prueba la vida de toda la sociedad burguesa de manera cada vez más amenazadora. En el Capital y la Historia crítica de la teoría de la plusvalía también se citan las crisis. Sin embargo sus menciones a este fenómeno que recurrentemente aparece en sus escritos son sencillas, es decir que no realiza ningún examen completo o sistemático de la materia, debido seguramente a su complejidad.
La crisis económica solo puede ser explicada por el movimiento real de la producción, la competencia y el crédito, es decir el mercado y el mecanismo financiero (tipos más complicados que los que aparecen en “el Capital” que son demasiado abstractos). Seguramente si Marx hubiera vivido más tiempo los habría estudiado pero dado que no ha sido así Sweezy dice que está obligado a referirse a autores posteriores para dar una visión marxista que explique el fenómeno.
Frente a sociedades de trueque, el sistema capitalista se basa en las transacciones mercancía-dinero-mercancía (M-D-M). Aquí el dinero es un medio de circulación aceptado y estable cuya función y propósito es dividir el acto del cambio en 2 partes que puedan estar separadas en tiempo y espacio. El dinero permitió que el productor no estuviera obligado a buscar a alguien que tuviera lo que el necesitara y que necesitara lo que él tuviera. Así mismo la moneda permite vender el producto cuando se termina y comprar cuando hace falta lo que además de ahorrar tiempo posibilita la especialización (base de la productividad incrementada).
En un sistema de economía simple la posibilidad de una crisis es inconcebible de la manera en que se produce en un sistema capitalista. Si A vende pero no compra a B, este al no vender no puede comprar a C y luego lo mismo con D etc. Una interrupción en el proceso de circulación puede afectar a toda la economía. Así aparece la crisis: coincidencia de existencias de mercancías invendibles y necesidades insatisfechas. En este caso la causa sería el saber porqué A vendió y no pudo comprar aunque ello no es fácil.
Uno de los más grandes errores cometido por los economistas clásicos fue el no distinguir la economía simple de mercancías de la economía capitalista. Según la Ley de Say a una venta le sigue invariablemente una compra por igual cantidad. No puede por ello interrumpirse la circulación M-D-M con lo que no habría ni crisis ni sobreproducción. Esta ley fue seguida por los economistas clásicos lo que devaluó totalmente sus contribuciones a la materia.
En la Historia crítica de la teoría de la plusvalía Marx dedica un apartado entero a criticar dicha ley. Según Ricardo uno está obligado a comprar porqué ha vendido y el dinero no es más que el medio por el cual se ha efectuado el cambio. Para Marx esto no es así ya que el dinero es un medio por el cual se efectúa el cambio dividiendo en 2 transacciones separadas y distintas la venta y la compra. Si uno vende y deja de comprar el resultado es la crisis y la sobreproducción. Por ello la misma forma simple M-D-M contiene la posibilidad de la crisis al dividir y separar operaciones complementarias.
En el sistema capitalista sin embargo la formula M-D-M se convierte en D-M-D´. En el anterior sistema simple el valor de cambio entre las dos “M” es idéntico aunque el valor de uso de la segunda M es mayor en tanto que no tiene valor para su productor, el deseo de la segunda M le da más valor. Así el propósito del cambio es la adquisición del valor de uso y no el aumento del valor de cambio por ello se habla de producción para el consumo y la crisis es improbable.
D-M-D´ funciona de manera distinta. El capitalista inicia su carrera con dinero (D), lanza este a la circulación a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción (C), tras el proceso de producción reaparece en el mercado con mercancías que transforma de nuevo en dinero (D´). Las dos “D” representan el valor de cambio, no el valor de uso. Este proceso solo tendría sentido si hay una diferencia cuantitativa entre D y D´ es decir: D´- D= ∆D
La expansión del valor es la base de la circulación D-M-D´, la apropiación de más y más riqueza en abstracto es el único móvil de operaciones para el capitalista. A diferencia de lo que podría ser un “avaro” en la economía simple, el capitalismo no conserva sino que mete en circulación el dinero constantemente. Por ello se dice que el capitalismo es producción para obtener ganancia, lo que hace del sistema más susceptible a las crisis.
Sin embargo M-D-M no desaparece en todo el sistema, el obrero por ejemplo comienza con una mercancía: su fuerza de trabajo, la convierte en dinero y con ello adquiere mercancías. Por ello D-M-D´ es extraño al obrero pues actúa por necesidad y no por enriquecimiento. La diferencia de comportamiento entre el capitalista y el obrero no se explica por la naturaleza humana sino por la diferencia entre D-M-D´ y M-D-M.
Analicemos ahora la relación entre D-M-D´ y el problema de las crisis. Lo que el capitalista busca es que ∆D sea lo mayor posible. No juzga este por su volumen sino por su aumento respecto a lo que dispone en origen (es decir ∆D/D) esto es la tasa de ganancia.
Como en la economía simple cualquier interrupción en el proceso de circulación, cualquier retención del poder de compra dentro del mercado puede iniciar contradicciones y dar origen a la sobreproducción lo que refleja un descenso en la misma. La diferencia es que ahora es fácil de ver lo que puede iniciar la contradicción, si le ocurre algo a ∆D el capitalista reconsiderará la conveniencia de lanzar D a la circulación. Podemos afirmar que ∆D es el talón de Aquiles del capitalismo (y del que carece la economía simple). Si ∆D desaparece o se vuelve negativo el incentivo a la producción deja de existir. Los capitalistas retirarán su capital, reducirán la circulación y comenzará una crisis seguida de sobreproducción.
Suponiendo que la tasa de ganancia fuera siempre positiva habría también posibilidades de que los capitalistas reduzcan sus operaciones lo suficiente como para crear una crisis puesto que según Marx, en el capitalismo no se trata solo de reemplazar la misma masa de objetos del que se compone el capital en la misma escala o en una ampliada sino de reemplazar el valor del capital adelantado con la tasa usual de ganancia. Tan pronto descienda la tasa de ganancia por debajo del nivel ordinario se reducirán las operaciones de los capitalistas.
A la larga el capitalista debe reinvertir su capital si quiere seguir acumulando. Esto no significa que lo deba hacer inmediatamente ni en la misma línea de producción. Si ∆D baja, los capitalistas retirarán su capital de esa industria para invertirlo en otra más rentable, pero si baja en todas, no podrán beneficiarse reubicándose, por ello, esperan a que las condiciones sean más favorables otra vez. Este parón interrumpe el proceso de circulación y provoca la crisis y la sobreproducción. Esto es en realidad el proceso por el que la tasa de ganancia se restituye completa o parcialmente a su nivel previo.
Por ello no es verdad que deba desaparecer la tasa de ganancia o volverse negativa para producir una crisis. Lo único que se requiere es un descenso de la tasa de ganancia más allá de lo ordinario suficiente como para que los capitalistas retengan su capital en forma de dinero esperando la vuelta de condiciones más favorables. Esto rompe la continuidad del proceso de circulación y precipita la crisis.
No se debe en ningún caso pensar que el capitalista en crisis en vez de aumentar su tasa de ganancia aumenta su consumo personal pues esto cambiaría el carácter de la demanda de mercancías pero no induciría a crisis alguna ya que no se interrumpiría el proceso de acumulación. No debemos pensar en ningún momento que el capitalista pierde su interés en la acumulación y se vuelve de repente un ciudadano moral (ello lo previene Marx).
La teoría moderna sugiere que la clase capitalista se divide en dos secciones: la de los empresarios que organizan y dirigen los procesos de producción y la de los poseedores de capital en dinero que a través de sus préstamos suministran los fondos que los empresarios necesitan para sus operaciones.
En este caso el empresario pensará que vale la pena invertir capital mientras que la tasa de ganancia sea mayor que el interés que está obligado a pagar. Tan pronto la tasa de ganancia esté debajo del interés, el empresario no invertirá, la circulación se interrumpirá y vendrá la crisis.
Realmente cuando el tipo de interés es bajo, los capitalistas prefieren no prestar su capital, la creencia es que estos tipos no durarán mucho y que es más rentable esperar a que estos vuelvan a crecer. Aunque si esto se prolonga mucho, los capitalistas se resignarán al tipo bajo.
La negativa a prestar a un tipo de interés bajo es la misma que la de invertir cuando la tasa de ganancia es inferior. Es decir que la clase capitalista restringe sus actividades de inversión cuando el beneficio sobre el capital cae por debajo de cierto nivel.
El proceso de acumulación del capital lleva consigo una tendencia a descender la tasa de la ganancia, si esta no se elimina el resultado puede ser la crisis. También puede pasar que los capitalistas no puedan vender las mercancías en sus valores, si se produce demasiado, el precio cae por debajo del valor y la ganancia se reduce o desaparece. Si esto ocurre en varias industrias el resultado es la crisis.

El proceso de acumulación
El capitalismo implica la producción de mercancías. Pero lo contrario no es verdad: La producción de mercancías no implica necesariamente el capitalismo. En realidad, un alto grado de desarrollo de la producción de mercancías es una prerrequisito necesario para la aparición del capitalismo.
En necesario ante todo examinar cuidadosamente los rasgos especiales que separan a esta forma de producción del concepto general de producción de mercancías.
El capitalismo
Bajo la producción simple de mercancías cada productor posee y trabaja con sus propios medios de producción, bajo el capitalismo la propiedad de los medios de producción corresponde a un conjunto de individuos, mientras que otro realiza el trabajo. Tanto los medios de producción como la fuerza de trabajo, son mercancías, es decir unos y otra son objetos de cambio, y por lo mismo, portadores de valor de cambio. Se sigue que no sólo las relaciones entre propietarios, sino también las relaciones entre propietarios y no propietarios tienen el carácter de relaciones de cambio. Lo primero es característico de la producción de mercancías en general, lo segundo, del capitalismo solamente. Podemos decir, por lo tanto, que la compra y venta de la fuerza de trabajo.
En la producción simple de mercancías el productor vende su producto a fin de comprar otros productos que satisfagan sus necesidades específicas. Empieza con Mercancías, las convierte en Dinero, y de ahí, una vez más, en Mercancías, las convierte en Dinero. El Dinero es el principio y el fin.
El origen de la plusvalía
Para descubrir el origen de la plusvalía es necesario ante todo analizar el valor de la mercancía fuerza de trabajo. Cuando decimos que la fuerza de trabajo es una mercancía, no queremos decir que el trabajo mismo sea una mercancía. La distinción es importante y debe ser cuidadosamente tomada en consideración.
En el sentido más estricto, la fuerza de trabajo es el trabajador mismo. La fuerza de trabajo es una mercancía, debe tener un valor como cualquier otra mercancía. La plusvalía no puede surgir del mero proceso de circulación de mercancías. Si todos pretendíeran obtener una ganancia elevando sus precios, como en un diez por ciento, lo que cada quien ganara como vendedor lo perdería como comprado, y el único resultado sería la elevación de los precios en general. El valor que los materiales tienen al comienzo es transferido a los productos al final. Lo que distingue los edificios y la maquinaria de los materiales es el hecho de que los primero transfieren sus valor al producto final más lentamente, es decir, en una sucesión de períodos de producción, y no todo de una vez como en el caso de los materiales. Es cierto, que de los materiales y la maquinaria se puede decir que son físicamente productivos, en el sentido de que la mano de obra que trabaja con ellos puede rendir una producción mayor que la mano de obra que trabaja sin ellos, pero la productividad física en este sentido no debe confundirse bajo ninguna circunstancia con la productividad de valor. Desde el punto de vista del valor no hay razón para suponer que los materiales o la maquinaria puedan transferir finalmente al producto más de lo que ellos contienen. Esto sólo deja una posibilidad, a saber, que la fuente de trabajo sea la fuente de la plusvalía.
Con su trabajo de un día el trabajador produce más que los medios de subsistencia de un día. En consecuencia, la jornada de trabajo puede dividirse en dos partes, trabajo necesario y trabajo excedente. Bajo las condiciones de la producción capitalista el producto del trabajo necesario va a poder del obrero en forma de salario, mientras que el capitalista se apropia el producto del trabajo excedente en la forma de plusvalía. Debe notarse que el trabajo necesario y el trabajo excedente como tales con fenómenos que están presentes en todas las sociedades en que la productividad del trabajo humano se ha elevado por encima de cierto mínimo muy bajo, es decir, en todas las sociedades con excepción de las más primitivas. Más aún, en diversas sociedades no capitalistas el producto del trabajo excedente se lo apropia una clase especial de por un medio u otro mantiene su control sobre los medios de producción. Lo específico del capitalismo es, entonces, no el hecho de la explotación de una parte de la población por otra, sino la forma que asume esta explotación, a saber, la producción de plusvalía.
Los componentes del valor
Por el análisis precedente se ve que el valor de cualquier mercancía producida en las condiciones del capitalismo se puede dividir en tres partes. La primera, que sólo representa el valor de los materiales y la maquinaria usados.
S e representa con la letra C, La segunda parte, la que restituye el valor de la fuerza de trabajo, sufre en cierto sentido una alteración de su valor, ya que puede estar más o menos de acuerdo con las circunstancias. Esta segunda parte se llama por consiguiente, capital variable, y se la representa con la letra V, la tercer parte es la plusvalía misma, que se designa con la letra O, Ciñéndome a esta notación, podemos formular así el valor de una mercancía. Esta fórmula, además, no se limita en su aplicabilidad al análisis del valor de una sola mercancía, sino que puede extenderse y cubrir la producción total durante cierto período, digamos un año, de una empresa o de cualquier grupo de empresas, llegando hasta incluir toda la economía.
La tasa de plusvalía
La fórmula c+v+p constituye la espina dorsal analítica
La primera de estas proporciones lleva el nombre de tasa de la plusvalía, se define como la proporción de la plusvalía con respecto al capital variable, y se designa con una p.
La tasa de la plusvalía es la forma capitalista de lo que Marx llama la tasa de explotación, es decir, la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo necesario. Supongamos asó que el día de trabajo es de doce horas, y que seis horas corresponden a trabajo necesario y seis horas a trabajo excedente. Entonces en cualquier sociedad en que una clase explotadora se apropie el producto del trabajo excedente, tendremos una tasa de explotación dada por la proporción siguiente.
Bajo el capitalismo el producto del trabajo asume la forma de valor. Lo que por supuesto, es numéricamente idéntico a la tasa de explotación. Los dos conceptos, tasa de explotación y tasa de plusvalía, pueden ser usados con frecuencia el uno en lugar del otro, pero es importante recordar que el primero es el concepto más general aplicable a todas las sociedades de explotación, mientras que el segundo sólo se aplica el capitalismo. La magnitud de la tasa de la plusvalía es directamente determinada por tres factores, la duración del día de trabajo, la cantidad de mercancías que entran en el salario real y la productividad del trabajo. El primero establece el tiempo total que debe dividirse entre el trabajo necesario y el trabajo excedente, y el segundo y tercero juntos determinan cuando de ese tiempo debe contarse como trabajo necesario. Cada uno de estos tres factores es por turno el punto focal de un complejo de fuerzas que debe ser analizado en el desarrollo ulterior de la teoría. La tasa de plusvalía puede elevarse ya sea por una extensión del día de trabajo o por una rebaja del salario real, o por un aumento de la productividad del trabajo, o bien, finalmente, por alguna combinación de las tres operaciones.
Es importante entender que la suposición de tasas iguales de la plusvalía se basa, en último análisis, en ciertas tendencias muy reales de la producción capitalista. Los obreros se trasladan de las zonas de salarios bajos a las de salarios más altos, y los productores procuran , servirse de los métodos técnicos más avanzados.
La composición orgánica del capital
La segunda proporción que se deriva de la fórmula c+v+p es una medida de la relación del capital constante con el capital variable, en el capital total usado en la producción. En lenguaje no técnico la composición orgánica del capital es una medida de la amplitud en que el trabajo es provisto de materiales instrumentos y maquinaria en el proceso productivo. Como en el caso de la tasa de la plusvalía, los factores que determinan la composición orgánica del capital en cualquier tiempo están sujetos a varias influencia causales. Ciertos aspectos importantes del problema serán examinados adelante. Por el momento sólo es necesario tomar nota de que la tasa de los salarios reales, la productividad del trabajo, el nivel común de la técnica y la amplitud de la acumulación de capital en el pasado, todo ello entra en la determinación de la composición orgánica del capital. Las suposiciones que hace Marx concernientes a la composición orgánica del capital serán consideradas en la sección siguiente, en relación con la tasa de la ganancia.
Para el capitalista la proporción crucial es la tasa de la ganancia , en otras palabras, la proporción de la plusvalía con respecto al desembolso total de capital. Es por lo tanto inevitable la conclusión de que en el mundo real de la producción capitalista, la ley del valor no ejerce un control directo. De ningún modo se justifica, sin embargo, el deducir de este hecho, como lo hacen invariablemente los críticos de Marx, que la teoría del valor debe ser desechada, buscándose una nueva base para analizar el funcionamiento del sistema capitalista.

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