En la introducción del libro "Teoría del desarrollo capitalista", el autor estadounidense, Paul M. Sweezy, habla de la relación entre economía política y las relaciones sociales. Empieza diciendo que "la sociedad es algo más que un número de individuos. Es un número de individuos entre los cuales existen ciertas relaciones precisas y más o menos estables". La sociedad es de una u otra manera, dependiendo del carácter y forma de estas relaciones. El objetivo de las ciencias sociales es estudiar estas relaciones. Aunque esta afirmación sea obvia hay que tenerla en cuenta; menospreciar lo obvio acarrea consecuencias negativas.
¿Entonces, la economía política estudia las relaciones sociales? Utilizando un libro escrito por el profesor, Lionel Robbins, pretende sacar conclusiones de carácter más general sobre la forma de que tienen l@s economistas de ver las relaciones sociales. "La definción de Economía que lograría más adeptos ... es la que la relaciona con el estudio de las causas del bienestar material". Esta definición es tan generalista que podría definir muchas ciencias. Robbins la rechazó. En su lugar, habla de "el caso del hombre asilado que divide su tiempo entre la producción de un ingreso real y el placer de ocio". (Tal como parece ilustrar la novela "Robinson Crusoe"). Después llega a definir la economía política como "la ciencia que estudia la conducta humana como una relación entre fines y medios limitados que tienen diversa aplicación".
Para Sweezy, esta definición no guarda una relación muy fuerte con la que debería tener un campo que estudia las relaciones sociales. Más bien, parece tratar de la conducta humana en general. Esta perspectiva de la "economía política" pretende adecuarse a cualquier forma de sociedad. En este sentido, Robbins dice que la teoría del valor en el sentido general, puede aplicarse tanto al hombre aislado como a la autoridad en una sociedad comunista o en una sociedad de cambio. Parece que no es muy partidario de ahondar en los aspectos sociales que podrían recoger la economía política.
Robbins admite que desde el punto de vista de los economistas clásicos sería "posible considerar la materia de la economía como algo social y colectivo". No obstante, la introducción del factor de la opción individual hace que ese principio sea cada vez menos conveniente. En lugar de investigar las relaciones sociales de la producción, considera el sistema económico "como una serie de relaciones interdependientes aunque conceptualmente discretas entre hombres (y mujeres) y bienes económicos. Es decir, no tienen en cuenta las relaciones entre personas sino entre personas y cosas.
No es que las relaciones sociales no interesen al/la economista modern@ ni que no aparezcan en la teoría económica. Lo que pasa es que la construcción de los conceptos pretende "superar" las relaciones sociales particulares. Sólo salen a la luz cuando al aplicarse estos conceptos y no entran siempre. Es decir, se les quita todo el contenido específicamente social, haciendo que no sean más que accesorios.
Sweezy aplica su hipótesis al concepto de salario que se define como "las cantidades de dinero pagadas, a intervalos cortos, por un patrono a sus obreros asalariados". Según la teoría económica, es "el producto imputable a la actividad humana en un proceso productivo en general". En los términos establecidos por esta definición, "salario" es un concepto universal de la vida económica, independiente de la época histórica de que hablemos.
L@s economistas actuales incluyen los supuestos institucionales y sociales que hacen que el salario tome la forma de pagos en dinero. No obstante, el concepto se basa en la productividad que carece de contenido social. Lo fundamental para ell@s es la productividad marginal del trabajo. Se pasa la relación entre empresari@ y trabajador/a a un segundo plano, sin significado propio.
Bajo ese supuesto, es fácil equiparar salario de productividad a salario justo; o sea, el salario que el trabajador debe percibir en una economía equitativa y justa. Much@s reconocerían que el/la obrer@ que al/la que se le paga menos que el valor del producto físico marginal de su trabajo es explotad@. Se critica el sistema conforme no cumple los requisitos de un modelo económico, sin contemplar los factores sociales. Tratan de economía como si fuera una ley natural, dando a ciertos factores principales un papel secundario.
El mismo análisis se podría hacer con otros conceptos principales de la teoría económica. Se quita a los conceptos el contenido social y se les da un sentido universal. Luego, se procede a juzgar todos los sistemas económicos con la misma vara de medir minimizando sus diferencias fundamentales. La evaluación tiene lugar estrictamente con criterios lógicos y abstractos, dejando fuera lo social.
Así, el/la economista evita incluir en los análisis los factores sociales que están relacionados con los problemas económicos. La economía política no le permite expandir el horizonte de estudio para que tenga en cuenta la relación entre economía y las relaciones entre persona y persona que forman parte de la "sociedad".
Según Sweezy, cuando escribía el libro, más de un@ se sentía insatisfech@ con l@s economistas y sus obras. Por eso, pretende analizar los postulados de la economía política identificando los factores que le faltan y le impiden ser una ciencia social de verdad. A los trabajos de esta índole, se les suele criticar por no ofrecer ninguna alternativa a lo rechazado. Para superar este problema, el autor tiene la intención abarcar desde otra perspectiva el estudio marxista de la economía, de forma muy amplia para descubrir lo que se pueda aprender.
domingo, 31 de enero de 2010
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